lunes, 24 de diciembre de 2012

El Caracter.

                                    EL CARÁCTER DE JOB
     "Hubo en tierra de Uz un varón llamado Job; y era este hombre perfecto y recto, temeroso
de Dios y apartado del mal" (Job 1:1)
     
Para sacar verdadero provecho a este estudio, debemos conocer en primer lugar
su designio. La historia que encontramos escrita aquí nos muestra de qué manera estamos en las manos de Dios, y que es cosa suya ordenar nuestras vidas y disponer de ellas conforme a su
buena voluntad, y que es nuestro deber someternos a él con toda humildad y obediencia; es
totalmente razonable que seamos completamente suyos, tanto para vivir como para morir;
incluso, si él quisiera levantar su mano contra nosotros, aunque no percibiéramos su motivo, de
todos modos habríamos de glorificarle siempre, reconociendo que él es justo y equitativo,
absteniéndonos de murmurar contra él, a efectos de no discutir con él, sabiendo que si luchamos contra él seremos derrotados. En breve, esto es lo que hemos de recordar de esta historia, es decir: Dios tiene tal dominio sobre sus criaturas que está en su derecho disponer de ellas según le plazca; y si muestra una severidad que al principio nos resulta extraña, aún así hemos de guardar silencio para no murmurar; hemos de reconocer, en cambio, que él es justo, esperando que nos declare el por qué de su castigo. Entre tanto hemos de contemplar, como nos exhorta Santiago (5:11), la paciencia del hombre puesto aquí delante de nosotros. Porque cuando Dios nos muestra que debemos sufrir todas las miserias que él nos envía debemos reconocer que esa es nuestra obligación; no obstante ellos, alegamos que somos débiles y nos parece que debería servirnos como excusa. Por eso es bueno tener un ejemplo para mostrarnos que hay hombres débiles como nosotros, que sin embargo, resistieron la tentación, perseverando en la obediencia a Dios, aunque fueron afligidos hasta el límite. Aquí tenemos pues un excelente ejemplo de ello.  Además, no sólo hemos de considerar la paciencia de Job, sino también su resultado, como dice Santiago; porque si Job hubiera seguido confundido, aunque su virtud hubiese sido más que angelical, el final de la historia no habría sido muy feliz.  Pero cuando vemos que no fue desilusionado en su esperanza, y que halló gracia en la medida en que fue humillado ante Dios; viendo ese final tenemos que llegar a la conclusión de que no hay nada mejor para nosotros que someternos a Dios y sufrir en paz todo lo que él nos mande hasta que en su buena voluntad nos libra. Sin embargo, más allá de la historia hemos de considerar la doctrina encerrada en este libro; esto es, la doctrina de aquellos que se acercan con el pretexto de consolar a Job, pero que lo atormentan mucho más que su propia enfermedad; la doctrina encerrada en las respuestas con las cuales rechaza, las calumnias con las cuales aparentemente quieren aplastarlo. En primer lugar debemos notar, en cuanto a nuestras aflicciones, que si bien Dios las manda y proceden de él, no obstante, es el diablo quien las trae sobre nosotros, como también nos lo advierte San Pablo diciendo que luchamos contra poderes espirituales (Ef. 6:12). Porque cuando el diablo enciende el fuego también le hace viento, es decir, también encuentra personas de su propiedad para aguijonearnos continuamente y prolongar y aumentar la enfermedad. Vemos entonces,cómo Job, además de la enfermedad que soportó, fue atormentado por sus amigos, y por su esposa, y principalmente por aquellos que se acercaron para tentarlo espiritualmente. Ahora bien, lo llamo una tentación espiritual cuando no solamente somos azotados y afligidos en nuestros cuerpos; sino cuando el diablo obra de tal modo en nuestros pensamientos que Dios se nos convierte en enemigo mortal al que ya no podemos tener acceso convencidos de que nunca más tendrá misericordia de nosotros. Todas la proposiciones hechas por los amigos de Job tendían a persuadirlo de que era un hombre rechazado por Dios y que era un error creer que Dios le sería propicio. Tales luchas espirituales son mucho más difíciles de sobrellevar que todos los males y adversidades que podemos sufrir siendo perseguidos. De todos modos, Dios suelta los frenos que atan a Satanás para que pueda llevar consigo a sus siervos los que nos asaltan de tal modo como,según veremos, tuvo que soportarlo Job. Suficiente con este punto. Sin embargo, hemos de notar que a lo largo de toda la disputa Job defiende un buen caso, en tanto sus adversarios defienden un caso pobre. Pero es más, Job, teniendo un buen caso hace una defensa pobre, mientras que los otros, teniendo un caso pobre hacen una buena defensa.. Cuando hayamos entendido esto, nos será como una llave para abrirnos todo el libro ¿Cómo es que Job presenta un buen caso? El sabe que Dios no siempre aflige a los hombres conforme a la medida de sus pecados, sino que tiene sus juicios ocultos, de los cuales no nos rinde cuentas; Job sabe que nosotros tenemos que esperar hasta que él nos revele la razón de hacer esto o aquello..decir: Dios tiene tal dominio sobre sus criaturas que está en su derecho disponer de ellas según le plazca; y si muestra una severidad que al principio nos resulta extraña, aún así hemos de guardar silencio para no murmurar; hemos de reconocer, en cambio, que él es justo, esperando que nos declare el por qué de su castigo. Entre tanto hemos de contemplar, como nos exhorta Santiago(5:11), La paciencia del hombre puesto aquí delante de nosotros. Porque cuando Dios nos muestra
que debemos sufrir todas las miserias que él nos envía debemos reconocer que esa es nuestra
obligación; no obstante, alegamos que somos débiles y nos parece que debería servirnos
como excusa. Por eso es bueno tener un ejemplo para mostrarnos que hay hombres débiles como nosotros, que sin embargo, resistieron la tentación, perseverando en la obediencia a Dios, aunque fueron afligidos hasta el límite. Aquí tenemos pues un excelente ejemplo de ello.
Además, no sólo hemos de considerar la paciencia de Job, sino también su resultado, como
dice Santiago; porque si Job hubiera seguido confundido, aunque su virtud hubiese sido más que angelical, el final de la historia no habría sido muy feliz. Pero cuando vemos que no fue
desilusionado en su esperanza, y que halló gracia en la medida en que fue humillado ante Dios;
viendo ese final tenemos que llegar a la conclusión de que no hay nada mejor para nosotros que
someternos a Dios y sufrir en paz todo lo que él nos mande hasta que en su buena voluntad nos
libra. Sin embargo, más allá de la historia hemos de considerar la doctrina encerrada en este
libro; esto es, la doctrina de aquellos que se acercan con el pretexto de consolar a Job, pero que
lo atormentan mucho más que su propia enfermedad; la doctrina encerrada en las respuestas con las cuales rechaza, las calumnias con las cuales aparentemente quieren aplastarlo. En primer lugar debemos notar, en cuanto a nuestras aflicciones, que si bien Dios las manda y proceden de él, no obstante, es el diablo quien las trae sobre nosotros, como también nos lo advierte San Pablo diciendo que luchamos contra poderes espirituales (Ef. 6:12). Porque cuando el diablo enciende el fuego también le hace viento, es decir, también encuentra personas de su propiedad para aguijonearnos continuamente y prolongar y aumentar la enfermedad. Vemos entonces cómo Job, además de la enfermedad que soportó, fue atormentado por sus amigos, y por su esposa, y principalmente por aquellos que se acercaron para tentarlo espiritualmente. Ahora bien, lo llamo una tentación espiritual cuando no solamente somos azotados y afligidos en nuestros cuerpos; sino cuando el diablo obra de tal modo en nuestros pensamientos que Dios se nos convierte en enemigo mortal, al que ya no podemos tener acceso, convencidos de que nunca más tendrá misericordia de nosotros. Todas la proposiciones hechas por los amigos de Job tendían a persuadirlo de que era un hombre rechazado por Dios y que era un error creer que Dios le sería propicio. Tales luchas espirituales son mucho más difíciles de sobrellevar que todos los males y adversidades que podemos sufrir siendo perseguidos. De todos modos, Dios suelta los frenos que atan a Satanás para que pueda llevar consigo a sus siervos los que nos asaltan de tal modo como, según veremos, tuvo que soportarlo Job. Suficiente con este punto. sin embargo, hemos de notar que a lo largo de toda la disputa Job defiende un buen caso, en tanto sus adversarios defienden un caso pobre. Pero es más, Job, teniendo un buen caso hace una defensa pobre, mientras que los otros, teniendo un caso pobre hace una defensa pobre, mientras que los otros, teniendo un caso pobre hacen una buena defensa. Cuando hayamos entendido esto, nos será como una llave para abrirnos todo el libro ¿Cómo es que Job presenta un buen caso? El sabe que Dios no siempre aflige a los hombres conforme a la
medida de sus pecados, sino que tiene sus juicios ocultos, de los cuales no nos rinde cuentas;  Job sabe que nosotros tenemos que esperar hasta que él nos revele la razón de hacer esto o aquello.De modo que Job estaba totalmente convencido que Dios no siempre aflige a los hombres conforme a la medida de sus pecados; de esa manera tenía un testimonio en sí mismo de no ser un hombre rechazado por Dios como ellos querían hacerle creer. Este es un caso auténtico y bueno, aunque su presentación es pobre; porque ahora Job se sale de las casillas y hace proposiciones exageradas, demostrando de diferente manera, que en muchos sentidos está
desesperado. Job está tan acalorado que aparentemente quisiera oponerse a Dios. En
consecuencia tenemos aquí un buen caso, mal presentado. En contraste, los que defienden el caso pobre, afirmando que Dios siempre castiga a los hombres según la medida de sus pecados, dicen cosas hermosas y santas. Nada hay en sus proposiciones que no debamos recibir como
pronunciadas por el Espíritu Santo; porque son la pura verdad, constituyen los fundamento de la religión, discuten la providencia de Dios, su justicia y el pecado de los hombres. Es decir que
tenemos aquí una doctrina que hemos de recibir sin contradicciones aunque el resultado buscado por esta gente, de llevar a Job a la desesperación y destruirlo, es completamente malo. En todo esto vemos que teniendo un buen fundamento, debemos considerar cómo sobreedificar en él, de modo que todo armonice, tal como lo declara San Pablo (I Cor. 3:10) al afirmar que edificó desde que fundó la iglesia sobre la pura doctrina de Cristo; para que haya tal conformidad que aquellos que vengan después de él no usen como fundamento ni paja ni hojarasca, ni material inservible, sino que haya un buen fundamento, firme y sólido. De modo que, a lo largo de toda nuestra vida debemos considerar si estamos fundamentados en una razón buena y justa, cada uno debe estar alerta para no ser desviado ni en una dirección ni en otra; porque nada más fácil que pervertir una causa buena y justa, conforme a nuestra naturaleza viciosa, la cual experimentamos pedacito por pedacito. Dios nos habrá mostrado su gracia dándonos un buen caso, pero de igual modo seremos aguijoneados por nuestro enemigo para que no podamos controlarnos ni seguir sencillamente lo que Dios nos ordena sin añadir a ello de todas las formas posibles. Viendo entonces, que tan fácilmente se nos descarría, hemos de orar tanto más a Dios que cuando nos haya dado un buen caso nos guíe con toda simpleza por su Espíritu Santo para que no pasemos los límites que él nos ha trazado en su palabra. Por otra parte se nos amonesta a no aplicar la verdad de Dios a un mal uso; sería profanarla; como estos individuos que, si bien hablan palabras santas (como y lo hemos declarado, y como aún veremos en forma más completa), son sacrílegos; corrompen la verdad de Dios abusando de ella con falsedad, aplicando a un propósito malo lo que en sí es bueno y justo. De modo que, cuando Dios nos haya hecho conocer su palabra aprendamos a recibirla con tal reverencia, que nunca la usemos para empañar lo bueno, ni hacer atractivo lo que es malo. Como muchas veces ocurre con los más inteligentes y los más sabios, que se dan rienda suelta abusando del conocimiento que Dios les ha dado, haciendo fraudes y malicias, trastornándolo todo, de modo que sólo se enredan a sí mismos. Viendo que el mundo es adicto a tales vicios, debemos orar tanto más que Dios nos dé la gracia de aplicar su palabra al uso que él quiere, es decir, a un uso puro y simple. En resumen, esto es lo que debemos observar.


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