domingo, 2 de diciembre de 2012


La Esperanza en la Biblia

“Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes, afirma el Señor, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.” Jeremías 29:11 (NVI)
El contexto para los judíos era extremadamente negativo. Estaban como esclavos en una potencia mundial. No tenían posibilidades de regresar a su tierra, no tenía futuro, y lo único que podían esperar era seguir como esclavos, padecer y morir. Para algunos, la muerte era una mejor alternativa que seguir padeciendo un presente sin mejoras ni esperanza. Los judíos en Babilonia estaban muy desesperados. Su futuro era negro.
Y en medio de una situación tan grave y problemática, el profeta Jeremías, les lleva de parte de Dios este mensaje. El mismo Dios que los había enviado al exilio como castigo por sus desobediencias, y que había aplicado con dureza el rigor de su justicia, ahora les decía esto: tengo un plan.
En momentos de crisis, yo me he preguntado muchas veces porqué si Dios tiene un plan e intento alinearme en sus caminos, las cosas me salen tan mal. Dios afirma que tiene planes de bienestar y no de calamidad. Que está deseando abrir las puertas de los cielos y bendecirnos. Pero miro mi realidad actual, y me encuentro muy lejos de ese ideal. Ni bendecido, ni prosperado, ni sanado, ni nada. Un presente triste y patético y un futuro oscuro.
Y al igual que aquellos judíos en Babilonia, la primera lectura de esta declaración me suena a frase de merchandising, pero vacía y sin fundamentos, porque mi realidad aniquila cualquier promesa. Pero luego, cuando aflojo con el enojo y la queja pienso quien es el que está diciendo esto. No lo dice un hombre, ni un funcionario, ni siquiera un angel. Es Dios quien nos está diciendo esto. Es el mismo Dios el que promete darnos un futuro y una esperanza.
Puede ser que estés triste y desesperanzado porque tu presente es oscuro. Y si mirás para adelante tu futuro se presenta peor. El Dios eterno de los cielos, el que es Inmutable, el Eterno y Perfecto hoy declara con autoridad y poder: Tengo un plan para vos, un plan de bienestar y bendición. Tengo un futuro prospero y una esperanza cierta que ofrecerte.
No mires lo tenebroso de tu presente. ¡Confiá en mi, porque Yo soy Dios, y no fallo, ni miento, ni cambio, ni me olvido!
REFLEXIÓN – Puedes esperar tranquilo en Dios.
Un gran abrazo y bendiciones

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