CUÁL
ES TÚ CONVICCIÓN?
La Biblia está repleta de
ejemplos de hombres y mujeres que se mantuvieron firmes en lo que
creyeron, que estuvieron dispuestos a sufrir daños indecibles por
sus convicciones, y que aun estuvieron dispuestos a morir por lo que
creyeron que era correcto. Acá están puestos como modelo para
nosotros. Consideren las apasionadas convicciones de los siguientes
siervos de Dios:
- La convicción de Josué: “Escoged hoy a quién habéis de servir: si a los dioses que sirvieron vuestros padres, que estaban al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa, serviremos al Señor” (Josué 24:15).
- La convicción de Sansón restaurado: “Y dijo Sansón: ¡Muera yo con los filisteos!” (Jueces 16:30).
- La convicción de Rut: “Así haga el Señor conmigo, y aún peor, si algo, excepto la muerte, nos separa” (Rut 1:17).
- La convicción de Samuel: “Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Dios cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto” (1º Samuel 12:23). “Y Samuel dijo: ¿Se complace el Señor tanto en holocaustos y sacrificios como en la obediencia a la voz del Señor? Por cuanto has desechado la palabra del Señor, El también te ha desechado para que no seas rey” (1 Samuel 15:22–23).
- La convicción de Natán el profeta: “Entonces Natán dijo a David: Tú eres aquel hombre” (2 Samuel 12:7).
- La convicción de Elías: “¿Hasta cuándo vacilaréis entre dos opiniones? Si el Señor es Dios, seguidle; y si Baal, seguidle a él” (1 Reyes 18:21).
- La convicción de Ester: “y si perezco, perezco” (Ester 4:16).
- La convicción de Job: “¿Aceptaremos el bien de Dios y no aceptaremos el mal?” (Job 2:10).
- La convicción de Daniel: “Se propuso Daniel en su corazón no contaminarse” (Daniel 1:8).
- La convicción de Sadrac, Mesac y Abednego: “Pero si no lo hace, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni adoraremos la estatua de oro que has levantado” (Daniel 3:18).
- La convicción de Juan el Bautista: “Camada de víboras, ¿quién os enseñó a huir de la ira que vendrá?” (Mateo 3:7) y “porque Juan le decía: No te es lícito tenerla” (Mateo 14:4).
- La convicción de los apóstoles: “Vosotros mismos juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque nosotros no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”. (Hechos 4:19–20) y “Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres” (5:29).
- La convicción de Esteban: “Vosotros, que sois duros de cerviz e incircuncisos de corazón y de oídos, resistís siempre al Espíritu Santo; como hicieron vuestros padres, así también hacéis vosotros” (Hechos 7:51).
- La convicción de Pablo: “Pues para mí, el vivir es Cristo y el morir es ganancia” (Filipenses 1:21).
- La convicción de Juan: “Yo, Juan…me encontraba en la isla llamada Patmos, a causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús” (Apocalipsis 1:9).
- La convicción de nuestro Señor y Salvador: “El Hijo del Hombre debe padecer mucho, y ser rechazado por los ancianos, los principales sacerdotes y los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día” (Lucas 9:22).La lista de los santos de Dios que vivieron y predicaron con convicción podría continuar indefinidamente, desde el reformador Martín Lutero, quien declaró su histórica posición en Worms, hasta Eric Lidell, el atleta escocés quien se distinguió al rehusar correr en el día del Señor durante las olimpiadas.
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