Un mediador es una persona que interviene entre dos partes que están en desacuerdo, con el fin de reconciliarlos. El pecado ha hecho de nosotros enemigos de Dios, pero en Cristo, Dios ha reconciliado el mundo con El mismo.
Moisés, tipo de Cristo
Cuando la Escritura da á Jesucristo el nombre de Mediador, lo hace en comparación con Moisés, que era el mediador de la antigua alianza.
Este servicio comprende dos funciones. Primeramente Moisés traía la palabra de Dios á Israel, y despues llevaba á Dios la respuestas del pueblo. "Yo estaba entonces entre Jehová y vosotros, para denunciaros la palabra de Jehová; porque vosotros tuvisteis temor del fuego, y no subisteis al monte.." (Deut. 5:5).
Esta atmósfera de terror alrededor del Sinaí, procedía de que Israel había abandonado el terreno de la gracia infinita de Dios. Cuando la ley fué promulgada, los hijos de Israel abandonaron resueltamente su posición bajo la gracia de Dios, y se colocaron bajo la ley. El mandato de la ley permaneció durante un periodo de cerca de mil quinientos años, desde Sinaí hasta el Calvario, y de Moisés á Cristo.
Es por un rasgo audaz, que el pueblo se compromete á cumplir todas las obras, para obtener la justicia y las promesas de Dios; cuando el hombre és, por naturaleza, totalmente incapaz de hacer la voluntad de Dios. El pueblo entero responde: "Todo lo que ha dicho Jehová haremos. Y Moisés refirió las palabras del pueblo á Jehová." (Exodo 19:8)
Cuando Dios dió la promesa á Abram, fué sin condición, y sin que el hombre hubiese de comprometerse á cumplir obra alguna. Allí no había ninguna necesidad de un mediador. Pero cuando por voto, el pueblo de Israel abandona esta maravillosa gracia, el reconoce que no puede más acercarse á Dios y que tiene necesidad de un mediador. "Ahora pues ¿porque moriremos? Que este gran fuego nos consumirá: si tornáramos á oir la voz de Jehová nuestro Dios, moriremos. ¿Porque, que es toda carne, para que oiga la voz del Dios viviente que habla del medio del fuego, como nosotros la oimos, y viva? Llega tú, y oye todas la cosas que dijere Jehová nuestro Dios; y tú nos dirás todo lo que Jehová nuestro Dios te dijere, y nosotros oiremos y haremos. Y oyó Jehová la voz de vuestras palabras, cuando me hablabais; y díjome Jehová: He oido la voz de las palabras de este pueblo, que ellos te han hablado: bien está todo lo que han dicho" (Deut. 5:25-28).
En segundo lugar, Moisés era mediador á causa de su intercesión en favor del pueblo. "Entonces Moisés oró á la faz de Jehová su Dios, y dijo: Oh Jehová, ¿por qué se encenderá tu furor en tu pueblo, que tu sacaste de la tierra de Egipto con gran fortaleza y mano fuerte? Y aconteció que el dia siguiente dijo Moisés al pueblo: Vosotros habeis cometido un gran pecado: más yo subiré ahora á Jehová; quizá le aplacaré de vuestro pecado" (Exodo 32:11 y 30).
El apostol Pablo hace alusión á este servicio del mediador en su epístola á los Gálatas: "¿Pues de que sirve la ley? Fué puesta por causa de las rebeliones, hasta que viniera la simiente á quien fué hecha la promesa, ordenada aquella por los ángeles en la mano de un mediador, y el mediador no és de uno, pero Dios es uno" (Gálatas 3:19-20).
La comunicación de la ley no ha sido directa é inmediatamente dada de la parte de Dios. La ley es ordenada por los ángeles. No és Dios quien hablando, empeña El mismo, su propia palabra, hacia la persona en merced de la cual la promesa debe cumplirse. Los ángeles de gloria que no tenían ninguna parte en las promesas, tienen por la voluntad de Dios, revestidos del esplendor de su dignidad, el cargo de la proclamación de la ley; pero el Dios de los ángeles y de Israel estaba aparte, oculto en Su santuario de obscuridad, de llamas, y de densas tinieblas. El estaba rodeado de gloria, El era formidable en su magnificencia, pero El no se mostraba; era un mediador el que traía la ley. La existencia de un mediador supone necesariamente dos bandos. Pero Dios és uno: Esto era el fundamento de toda la religión de los Judíos. Había pues allí, un partido del cual dependía la estabilidad y la alianza hecha en el Sinaí; y en efecto, Moisés subía y bajaba de la montaña, trayendo las palabras de Jehová á Israel, y la respuesta que se comprometía al cumplimiento de lo que Jehová le imponía como condición del disfrute de lo que había sido prometido. "Si escucháis atentamente mi voz y si guardais mi alianza", dice Jehová... "Todo lo que Jehová ha dicho nosotros lo haremos", responde Israel por el intermediario Moisés. Pero en lo concerniente á la promesa, allí no había más que una Parte, es decir, Dios, que empeñaba su palabra. Moisés no era pues, el mediador para la simiente de Abram, pero si lo era para un pueblo bajo la ley.
El mediador de una nueva alianza
Haciendo una comparación con la antigua alianza, el apóstol Pablo dice en la epístola á los Hebreos: Jesucristo el mediador de una nueva alianza. "Así que, por eso es mediador del nuevo testamento, para que interveniendo muerte para la remisión de las rebeliones que había bajo del primer testamento, los que son llamados reciban la promesa de la herencia eterna" (Hebreos 9:15).
Cristo, el Hijo de Dios hecho Hombre, es mediador de una nueva alianza. Para que en un futuro, el pueblo de Israel restaurado, pueda gozar de las promesas, ha sido menester un sacrificio, para que los pecados, y finalmente el pecado, sean puestos enteramente de lado. Según un principio inmutable, Dios no puede bendecir, mientras delante de sus ojos haya pecado. Es Cristo quien por su muerte ha abierto un camino, para que en lo venidero el pueblo de Israel, pueda gozar permanentemente de lo que había sido prometido.
La alianza con Israel no está aun hecha efectiva. Lo será cuando Israel se arrepienta viendo á Cristo, en su venida gloriosa. Todo Israel se lamentará viendo Aquel que ellos traspasaron; y entonces Dios escribirá Sus leyes en sus corazones y en sus almas, y de sus pecados no se acordará más.
Pero aunque la alianza no se ha hecho todavía efectiva, Dios tiene ya establecido y revelado el Mediador de esta nueva alianza, porqué ya Cristo ha cumplido la obra, en virtud de la cual las promesas se realizarán. El tiene pagado el rescate por el pecado.
La ley de Moisés había sido establecida y ratificada por Dios. Era menester que una satisfacción fuese dada á sus exigencias, antes que una nueva alianza pudiera reemplazarla; y puesto que era menester sangre, y que esta sangre derramada significa muerte, era menester una expiación, un rescate. Por su muerte, el Mediador de la Nueva Alianza, adquiere pues, el derecho de instaurar un nuevo orden de cosas, habiendo, por así decirlo, liquidado todo el pasivo de la Antigua Alianza.
Es bajo este nombre: "Mediador de una Nueva Alianza" que Jesús es presentado en medio de la escena gloriosa descrita en Hebreos, cap. 12:22-24. "Más os habéis llegado al monte de Sión, y á la ciudad del Dios vivo, Jerusalem la celestial, y á la compañía de muchos millares de ángeles, y á los espíritus de los justos hechos perfectos, y á Jesús, el Mediador del nuevo testamento, y á la sangre del esparcimiento, que habla mejor que la de Abel."
Este era el plan de Dios para bendecir la tierra. El no podía hacer esto en virtud de la antigua alianza, porque el pueblo era infiel. El establecerá una nueva alianza con Israel, una alianza de perdón, y según ella, escribirá la ley sobre el corazón de su pueblo.
El Mediador de esta alianza, es aparecido ya, y ha hecho todo lo que era necesario para su establecimiento. Los santos, en la epístola á los Hebreos - los Judíos convertidos - habían venido á este Mediador de la nueva alianza. Así la bendición era preparada y asegurada para la tierra.
Moisés ha sido el Mediador de la alianza concluida, y con mejores promesas, aparece esta nueva alianza, en virtud de la cual, el corazón de los Israelitas, su voluntad y su vida, estarán puestos en armonia con la voluntad de Dios. Los Israelitas que ahora ponen su confianza en Jesucristo, se acercan á El como al Mediador en quien confiamos actualmente, y que más tarde, cumplirá para el resto de Israel las promesas dadas á Abraham, ya sean para la patría celestial, ya sean para la bendición de la tierra.
El Mediador entre Dios y los hombres
Jesucristo nos es presentado como Mediador entre Dios y los hombres, abarcando pues, un terreno más extendido que el de las promesas hechas á Israel, en la primera epístola de Pablo á Timoteo. "..Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos, y que vengan al conocimiento de la verdad, porque hay un Dios, asimismo un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, el que se dió á sí mismo en precio del rescate por todos.." (1a epístola á Timoteo 2:3 al 6).
El apóstol da á Timoteo las instrucciones fundadas sobre el gran principio de la gracia.
La gracia se eleva por encima de todo pensamiento nacional, y de todos los sentimientos puramente humanos. Ella quiere que nosotros tratemos á los hombres con amor, porque nosotros pertenecemos á un Dios Salvador que obra por el Evangelio, hacia todo hombre, lleno de amor. El quiere que todos sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. Dios obra en gracia. Es ahora el tiempo favorable, el dia de la salvación. Dios abre la puerta por la sangre de Cristo, anuncia la paz á todos aquellos que acuden, y los recibe. Si alguno rehusa al venir, será su voluntad lo que constituye el impedimento. Nosotros podemos anunciar Su amor á todos los hombres. La distinción entre Judíos y gentiles ha totalmente desaparecido, ellos tienen un solo Dios y un solo Mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús: estas dos grandes verdades son la base de toda religión verdadera.
El Judaismo había sido ya la revelación, el testimonio en el mundo de la primera de sus verdades: "Dios es uno", verdad eterna é inmutable, más no suficiente para poner á los hombres en disposición de acercarse á El. Por lo que toca al hombre, Dios habita trás el velo, en las tinieblas del cual se oculta Su Majestad.
El cristianismo, todo y revelando plenamente esta primera verdad de Dios, nos presenta la segunda verdad, el saber que "El Mediador entre Dios y los hombres es uno." No hay más que Un Mediador, y no hay más que Un solo Dios. Esta gran verdad es distintiva del Cristianismo.
Es á Dios que el pecador debe venir; ¿pero como viene á El? El hombre pecador es incapaz de acercarse á Dios. Es necesario un árbitro. Este árbitro, Job declara que no existe: "No hay entre nosotros árbitro que ponga su mano entre nosotros ambos" (Job 9:33). Pero ha sido menester que Job conozca que este árbitro existe. Eliú le anuncia: "Si tuviese cerca de él, algún elocuente mediador muy escogido, que anuncie al hombre su deber; que le diga que Dios tuvo de él misericordia, que lo libró de descender al sepulcro, que halló redención." (Job 33:23-24).
Pues este Mediador, ha venido en la persona de Cristo, el hombre Jesucristo, que anunció la ocasión á los pecadores, y se dió á Sí mismo en rescate por todos. Es El solo, quien ha podido verificar las condiciones precisas para reconciliarnos con Dios, porque:
- El ha sido hombre para hacer al "solo Dios", accesible al hombre, á todos, y esto es la mediación.
- El ha sido hombre para entregarse él mismo en rescate, por todos y esto es la propiciacón.
- El ha dado su vida en rescate de muchos (Mateo 20:28), esto es la expiación.
En cuanto á la propiciación es hecha para todos. Todos pueden acercarse á Dios. Cristo ha pagado un rescate suficiente para todos. Todos pueden venir á la gracia de esta obra cumplida. En cuanto á la expiación ella no pertenece más que á los muchos que han creido. En este caso, el rescate es considerado como si hubiera pagado por cada creyente individualmente, el cual és el beneficiario de la expiación y de la sustitución.
Lo que primeramente caracteriza al Mediador, es que él es Hombre. Despues es dado en rescate por todos.
Este és el precioso testimonio de Dios. La humanidad entera yace en el pecado, y no tiene fuerza alguna para levantarse y aproximarse á Dios. Para que el hombre pueda acercarse á Dios es menester un Mediador que todo y manteniendo la gloria de Dios, purifique por su sangre al pecador y le ponga en contacto con El.
Para esta obra de gracia ha sido menester que Cristo padeciera y muriese en nuestro lugar.
Cuando el pecador ha sido lavado y su culpabilidad borrada, el és completamente rescatado, aunque lentamente irá recibiendo todas las bendiciones que su Padre le tiene reservadas. La mediación de Cristo interviene entonces, no para obtener la justicia, sino para mantener y desarrollar la nueva criatura hasta que llegue á gozar plenamente de su posición celestial.
Cristo se humilló á lo más bajo, para que no hubiese ningún ser humano, aun el más miserable, que no pudiese sentir que Dios estaba cerca de él lleno de bondad, enteramente accesible para él, venido hasta él. La bondad de Dios, ha así encontrado en la miseria del hombre la ocasión de ejercitarse perfectamente, y de dar á conocer que no hay ninguna necesidad que Dios no conozca, que Dios no se halle presente, y que El no pueda resolver. De este modo Cristo se ha hecho conocer sobre la tierra; ahora que está en el cielo, no ha cambiado. El es siempre Hombre en la gloria y las perfecciones divinas. Su divinidad prepara la potestad del amor a su humanidad: "Porque en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer á los que son tentados." (Hebreos 2:18)
Nada se puede comparar á un tal Mediador. Nada iguala á su amor, su conocimiento del corazón humano, su simpatía, su experiencia de nuestras necesidades. Sin quitar lo infinito de la divinidad de su naturaleza, y en la potencia de su amor, él ha descendido aquí bajo, á tomar parte en todas la circunstancias que pueden desalentar ó abatir el corazón humano. ¿Que amor, que simpatía humana podría ser comparada con la suya? ¿Que corazón humano podría comprender como el suyo y sentir como suyas, las cargas que á veces pesan sobre nuestros corazones? Este es el Hombre, el Cristo Jesús, que es nuestro Mediador; la conciencia es purificada por su obra, el corazón aliviado por lo que El era y por lo que será siempre.
No hay otros Mediadores
En aquel lugar no hay más que un solo Mediador; pensar que puede haber otro, sería rebajar á El, su gloria, y á nosotros, nuestra perfecta y segura consolación. Su origen celeste, su naturaleza divina, su muerte, su vida como hombre en el cielo, lo señalan como solo y único Mediador.
De una parte, El tiene la naturaleza eterna de Dios, y de la otra parte el conocimiento de las necesidades del hombre, y solo la mediación de Cristo concilia perfectamente estos dos extremos.
Colocar á María y á los santos, como bienaventurada entre todas las mujeres, y como aquellos que están con Dios, es una verdad Escritural, pero presentarles como mediadores entre Dios y los hombres, es quitarle gloria y honor al Mediador, y esto es contradecir la Escritura, tan estricta en este punto esencial.
Es evidente, que la unidad de Dios, verdad fundamental, es unida á la verdad del "solo Mediador". Desde que los hombres han anunciado muchos mediadores, ellos han caido en la idolatria, invocando á varios dioses. Se objeta, cuando se invoca á María ó á los santos, que no se trata de adoración, sino de intercesión, pero esta distinción es vana.
La intercesión entre Dios y los hombres es tanto prerogativa de Cristo, como lo és la expiación, y toda otra forma en la cual se invoca á otros mediadores es una idolatria, que atraerá un terrible juicio sobre los culpables: "...á los idólatras, y á todos los mentirosos, su parte será en el lago ardiendo con fuego y azufre, que és la muerte segunda". (Apocalipsis 21:8)
El Ministerio de la Reconciliación
"La cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas; y todo esto es de Dios, el cual nos reconcilió á sí por Cristo... Dios estaba en Cristo, reconciliando el mundo á sí, no imputándole sus pecados..." (2a Corintios 5:17,18,19).
Estos versículos contienen el principio que encierra el oficio de Mediador, ligado con el ministerio de la reconciliación; este pasaje nos muestra el pensamiento de Dios al enviar su Hijo sobre la tierra. Dios se presenta á los hombres en un Hombre, el hombre Jesucristo. En el Mediador, Dios se acerca á los hombres, pero no les imputa sus faltas. El tenía otra intención, El se ocupaba en reconciliar el mundo con El mismo. Examinemos también este pasaje: "Dios estaba en Cristo".
Cristo, sobre la tierra ha dicho á una pecadora: "Yo tampoco te condeno", y á otros que acuden á El: "Vete en paz, tus pecados te son perdonados." Era evidente que Dios no imputaba á los hombres sus faltas, más al contrario, estaba en Cristo, reconciliando el mundo con El mismo. "Más Dios encarece su caridad para con nosotros, porque siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros, luego mucho más ahora, justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira, porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida." (Romanos 5:8-10)
Esto no es todo lo que és el perdón de los pecados. Para conocer todo lo que dice la Palabra de Dios, es menester añadir: "Dios lo ha hecho pecado por nosotros, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él." (2a Corintios 5:21) Dios nos declara justos, porque El nos vé sin pecado en Cristo. Esto conduce á la reconciliación; al establecerse nuevas relaciones entre nosotros y El. El pecado nos había separado de Dios. Ahora Dios, habiéndonos justificado, nos asocia á El. Nosotros éramos como un hombre que ha robado á su señor. Al pasar cuentas, en lugar de entregarle á la justicia, el señor paga todos sus débitos. El podía decir después: Yo he pagado tus deudas, pero en lo sucesivo no tendré más relaciones contigo. En lugar de esto, le rehabilita y lo asocia con El. El, en otros tiempos culpable, tiene en adelante el mismo interés que su señor y colabora con él, más ahora como asociado.
Por la obra de Cristo, no solamente hemos sido perdonados, y justificados, sino también reconciliados con Dios; en adelante nosotros somos asociados con El, en su obra de salvación y de reconciliación.
El mundo se ha desembarazado de aquel que era el mismo Dios; de Aquel que vino á reconciliar el mundo con Dios; pero en su ausencia, Dios envia sus embajadores en la persona de sus antiguos enemigos reconciliados.
Esta reconciliación ha sido hecha sobre la cruz, y cada rescatado puede difundir la buena nueva; la palabra de la reconciliación. Este servicio incumbe á cada uno de nosotros; ocupémonos pues en cada ocasión en hacer comprender á los pecadores la voz de Dios: "ós rogamos por Cristo: Reconciliaos con Dios."
¡Que maravilla de amor en Aquel que nos ha reconciliado! El envió á su Hijo al encuentro de sus enemigos, y por su muerte nos reconcilió con El eternamente.
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