martes, 4 de diciembre de 2012


Nunca, nunca te rindas! (2)
Por Felipe Matto
La crisis que estás viviendo no determina quién eres, el lugar donde naciste no determina tu destino. Dios te dice, ¡determinarás una cosa y te será firme!
(Continúa de parte 1) Juan 5:1- 9,14 - Había ciegos. Myles Munroe dice: "Los ojos que miran son comunes, pero el hecho de tener visión es una función del corazón. No existe una fuente más grande de esperanza y de confianza que cuando se tiene visión".
Si no tienes en claro qué quieres y cómo puedes lograrlo, entonces estás sin visión. No tener una visión clara, lograble, motivadora e inspiradora produce desánimo, depresión, tristeza. Si no tienes visión estás sin dirección, sin guía, te falta orientación, no sabes cómo lograr tus sueños y anhelos.
El no poder ver se debe a muchas situaciones que has vivido. Es probable que nadie te haya motivado o enseñado cómo hacerlo. También puede ser que te hayan puesto miles de límites, la falta de recursos, la falta de enseñanza.
No sé cuál es el motivo por el cual no puedes verte bien emocional, espiritual o físicamente. Sí sé que hoy es el día en que el Señor viene a tu vida para decirte: "Levanta la vista desde el lugar donde estás y mira hacia el norte y hacia el sur, hacia el este y hacia el oeste. Yo te daré a ti y a tu descendencia para siempre, toda la tierra que abarca tu mirada. Escribe tu nombre al inicio de la frase".
Había cojos
El ser cojo o lisiado aquí significa no solo una limitación física, sino también un estancamiento en la vida, una situación de conformismo y cierta "estabilidad".
Como una persona ciclotímica, un día estás bien y otro día estás mal, la relación con tu pareja parece que está bien encarrilada, pero al otro día está todo mal, en lo financiero alcanzas a cubrir tus deudas, pero al otro día te vuelves a endeudar.
Un día estás bien con Dios, oras, lees la palabra, asistes a la iglesia, hasta que vives una circunstancia difícil y por no tener los resultados que esperas te vuelves a deprimir y abandonas todo lo que habías logrado.
Algo sucedió en tu pasado, viviste cosas muy fuertes, por eso estás lisiado y el estar lisiado no te hace una persona lisiada, no confundas el estar con el ser.
El ser es una condición definitiva. El estar es una situación momentánea.
Y hoy tengo una muy buena noticia para ti, la crisis que estás viviendo no determina quién eres, el lugar donde naciste no determina tu destino. Dios te dice, ¡determinarás una cosa y te será firme!
Había paralíticos
Un paralítico no solo es una persona que está discapacitada físicamente, con sus miembros sin fuerza, fuera del control de su mente. También hay áreas en su vida que están paralizadas, en lo emocional, en lo económico, en lo sentimental, en lo familiar y en lo espiritual.
Tu mente se paralizó por causa de las pérdidas, de las enfermedades, de haber perdido todos los recursos que tenías, por abandonos, por rechazos. No puedes terminar nada de lo que empiezas, parece que todo es muy difícil, todo te cuesta muchísimo.
Tienes miedo a emprender cosas nuevas, a enfermarte, a volver a formar una pareja, a estar solo/a, a la vejez. Te paralizan las fobias, la tristeza, la timidez, el miedo a hacer el ridículo. Y todo paralítico es dependiente de una silla de ruedas y de personas que lo atiendan. Si tienes una pareja eres feliz, sino parálisis, si te llaman eres feliz, sino parálisis.
Pero hoy tengo buenas noticias para ti. Así como Jesús gritó, ¡Lázaro, ven fuera!, hoy el Señor te grita, ¡ , sal fuera de esa parálisis y corre a cumplir tus sueños! Escribe tu nombre al inicio de la frase.
Había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba inválido. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo, ¿quieres quedar sano? Este hombre le responde a Jesús, otro desciende antes que yo.
Los otros que se adelantan son aquellas personas que están en tu círculo íntimo, familiar, amigos, tu pareja, esposo, esposa, hijos, hermanos en Cristo, e inclusive pastores, son las personas que esperas que te ayuden, que te extiendan una mano y parece que se olvidaron de ti.
Este hombre le dijo a Jesús, no puedo hacerlo por mi mismo, necesito ayuda, estoy solito, nadie se acuerda de mí, nadie me llama por teléfono. Y cuando más ayuda necesitas, nadie aparece, cada uno está en lo suyo, y cada vez te sientes más decepcionado de la gente. A esta actitud la podemos llamar dependencia hacia los demás.
Jesús se dirigió a este hombre y no a los enfermos, a los ciegos, a los cojos y a los paralíticos. ¿Por qué? Porque este hombre estaba inválido, se evidenciaba que el único que podía hacer el milagro en su vida era el Señor.
Invalidez es cuando ya no puedes hacer nada de nada, buscaste las mil maneras de solucionar tus problemas, y ya nadie te puede ayudar, e inclusive el diagnóstico médico, dice, no hay nada que hacer.
Entonces es hora que le des el lugar al Señor para que te sanes por completo.
Si estás inválido, es necesario que oigas lo que el Señor te dice: ¡Levántate, toma tu camilla, y anda!
No importa en qué área estás inválido, no importa si no entiendes muy bien la pregunta que Jesús hace, ¿quieres quedar sano? Lo importante está en obedecer su orden, su palabra, levantarte, tomar (tu camilla) tus problemas, tus crisis, y (andar) encaminarte hacia tus metas, tus sueños, al cumplimiento de tus propósitos.
Si decidiste levantarte, al instante vendrá tu bendición, ya no estarás más en el piso, no vas a estar más en la humillación, hundido en los problemas, vas a andar y cumplir lo que hace mucho tiempo querías hacer.
La camilla es la codependencia hacia los demás, es cuando necesitas que otros te lleven, que otros te sostengan. Pero hoy decidiste no esperar más, por lo tanto, no necesitas que otros te lleven. Hoy escuchaste la voz del Señor y con eso es más que suficiente.
Hay cosas que solo el Señor puede hacer por ti, nadie más. Y no es porque la gente no quiera o no pueda, es que el Señor quiere irrumpir en tu vida para que veas su gloria. Ya no necesitas que otros te motiven, que otros te lleven, ya no importa si otros se adelantan. El Señor ya te vio, ya sabe que llevas mucho tiempo así y hoy te da su palabra, ¡levántate y anda, camina hacia tus sueños!
En el versículo 14 dice, después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado, no peques más, para que no te venga alguna cosa peor.
Mira, has sido sanado. Cuida ahora tu sanidad emocional, cuida tu salud física, cuida tu bendición, cuida tu familia, cuida tu vida, cuida tu dinero.
No vuelvas a errar. El Señor te da una nueva oportunidad. Llegó el tiempo nuevo, llegó el tiempo de las nuevas oportunidades y nunca más volverás a retroceder.
Jesús lo encontró en el templo
No te pierdas ninguna reunión, ve a la iglesia, escucha la palabra, activa la fe, cuida tu iglesia, conéctate con tus mentores. Cuida el templo del Espíritu Santo, el templo eres tú, aliméntate con revelación y con la presencia del Señor.
¡Si Dios está contigo, quien contra ti! Cuando Jesús lo vio allí, en el suelo, y se enteró que ya tenía mucho tiempo de estar así, le preguntó, ¿quieres quedar sano? No es la voluntad del Señor que estés tirado, humillado, como tampoco que estés mucho tiempo en la adversidad.
Como a este hombre, el Señor te pregunta, ¿quieres quedar sano? Si dijiste que sí, entonces juntos vamos a declarar y confirmar tu sanidad.
Di en voz alta:
Señor Jesús, hoy decido salir de toda ceguera espiritual y emocional. Hoy decido activar mi fe para dejar de ser un lisiado. No quiero depender más de nadie, no quiero estar más un día bien y otro día mal. A partir de hoy me afirmo en tu palabra, me afirmo en tus promesas, sé que tu presencia y tu palabra me dan aliento y me sanan.
Renuncio a la incredulidad, a la ciclotimia espiritual, a todo lo que me limita y no me deja avanzar. Renuncio a ser un paralítico en todas las áreas de mi vida. Declaro y afirmo que todo lo que haga me saldrá bien y lo terminaré.
Gracias Señor, porque en tu nombre tengo la victoria, me declaro libre, sano, restaurado, en lo físico, en la mente, en lo emocional, en lo económico y en lo familiar. Declaro mi casa bendecida. ¡En el nombre de Jesús, amén, amén y amén!
Betesda (Casa de misericordia, fuente de manantial)
Jesús es tu fuente de vida, de salud y de bendición.
El Señor te dice, ¡el bien y la misericordia te seguirán todos los días de tu vida! Levántate y anda porque todo lo que hagas te saldrá bien. ¡Disfruta la vida! 

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