martes, 18 de febrero de 2014

LA ESPERANZA.


LAS CUATRO VELAS

velas
Esta ilustración (que no es mía) cuenta acerca de cuatro velas que se consumían lentamente. El ambiente era tan silencioso,  que se podía oír  el diálogo entre ellas.
La primera vela dijo: “¡Yo, soy la Paz! Y a pesar de mi luz, las personas que se acercan a mí, no consiguen mantenerme encendida.” Diciendo esto, disminuyó su llama, y se apagó.
La segunda vela,  manifestó: “¡Yo me llamo Fe! Y desfavorablemente soy   superflua o sin importancia para las personas que vienen a mí, pues  ellas no quieren saber nada de Dios. Por lo tanto, no tiene sentido continuar quemándome.” Acabó de decir esto; un  viento vino sobre ella y  la apagó.
Entonces la tercera vela   se pronunció: “¡Yo soy el Amor!  … quienes  se acercan a mí, me dejan de lado,  porque solo piensan en  ellas mismas, olvidándose  de los seres que están a su alrededor.” Diciendo esto, también se apagó.
En eso  ingresó una niña y al ver que  las tres velas : Paz, Fe y Amor, estaban apagadas, las exhortó : “¿Qué es esto? ¡Ustedes deben estar encendidas y consumirse hasta el final!”
Entonces,   intervino la cuarta vela, mencionando:  “Yo puedo ayudar, niña… mientras  me mantenga  encendida, podemos encender a las otras velas!”.
“¿Cómo te llamas?” –preguntó la niña
“Me llamo Esperanza”, contestó.
Querid@ amig@: En determinados pasajes de la existencia, por ese desgaste propio que los humanos tenemos con las dificultades y aflicciones cotidianas,  es posible que perdamos la capacidad de amar, la paz, la tranquilidad, y hasta la   fe en Dios, en su existencia, en su papel de sustentador. Pero hay algo que no debemos perder y que es la esperanza, no una esperanza basada en nuestras fuerzas, inteligencia o suerte, sino una esperanza puesta única y exclusivamente en   el Señor.
Hagamos nuestra la convicción del  salmista cuando decía :

¿POR QUÉ VOY A INQUIETARME? ¿POR QUÉ ME VOY A ANGUSTIAR? EN DIOS PONDRÉ MI ESPERANZA, Y TODAVÍA LO ALABARÉ. ¡ÉL ES MI SALVADOR Y MI DIOS!
(Salmos 42:11)

 
Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras lámparas encendidas;  (Lucas 12:35).

Autor: William Brayanes

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